El ataque a un diplomático saharaui por parte de un delegado marroquí en Tokio el viernes 23 de agosto provocó indignación en todo el mundo.
El ataque se produjo durante una reunión preparatoria de la Conferencia Internacional sobre el Desarrollo de África (TICAD), que se organizaba en la capital japonesa.
La conferencia se enmarca en el marco de asociaciones que vinculan a la Unión Africana (UA) con varios actores internacionales como la Liga de los Estados Árabes, la Unión Europea y otros países y grupos regionales.
Aunque la escena está marcada por el recurso de la delegación marroquí a la violencia, no es la primera vez que la diplomacia del Reino intenta por todos los medios impedir la presencia de representantes saharauis en las reuniones internacionales.
En los últimos años, y especialmente en este período, Marruecos ha intentado en vano imponer sus propuestas a la Unión Africana y convencerla de reducir el número de países africanos que participan en las reuniones de la asociación con el objetivo de excluir a la República Saharaui.
En su obsesión, los marroquíes llegaron incluso a promover puras mentiras que fueron presentadas como “victorias diplomáticas”.
Durante la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Africana en julio pasado, los medios marroquíes utilizaron la reunión para promover resoluciones falsas que, según afirman, habían sido adoptadas por la Unión Africana con respecto a la exclusión de la República Saharaui de las reuniones de asociación.
Pero las mentiras marroquíes pronto quedaron al descubierto.
Durante todo el período preparatorio de la Conferencia de Tokio, Marruecos intentó convencer a sus aliados africanos y al país anfitrión de sus propuestas encaminadas a excluir a la República Saharaui, pero todos sus intentos fracasaron.
Violencia en la reunión de la TICAD: Marruecos aprendió mucho de Israel
En Tokio, Marruecos sufrió una derrota humillante, ya que el Ministro de Asuntos Exteriores saharaui pudo participar en la conferencia TICAD con plenos privilegios junto a sus homólogos africanos.
Es más, el ministro saharaui recibió protección personal del país anfitrión.
Desde este ángulo, Marruecos recibió dos golpes: el primero con la participación del ministro saharaui en la conferencia, y el segundo con la protección personal que le proporcionó el país anfitrión, que según los marroquíes no reconocía a la República Saharaui.
Lo ocurrido en Tokio, así como las experiencias anteriores, atestiguan el giro radical de la diplomacia marroquí en el contexto de su acercamiento a Israel, aprovechando su experiencia con los palestinos para reprimir la lucha del pueblo saharaui por ejercer sus derechos legítimos e inalienables. a la independencia y la autodeterminación.
Después de no lograr convencer a diversos actores dentro y fuera del continente de sus tesis, Marruecos comenzó a recurrir sistemáticamente a la violencia y la intimidación para lograr sus objetivos.
El atentado cometido por el diplomático marroquí no tiene nada que ver con la diplomacia, sino que se trata de un acto criminal.
Refleja el estado de desesperación experimentado por el ocupante marroquí después de que sus esperanzas fueran defraudadas, mientras intentaba promover falsas victorias diplomáticas en todas las plataformas.
Estas acciones sólo pueden ser el resultado de un acercamiento marroquí-israelí.
Marruecos se está beneficiando de las experiencias de su nuevo aliado en su represión, persecución y ataque al pueblo palestino por todos los medios ilegales.
La diplomacia marroquí aprendió del ocupante israelí la rudeza, la arrogancia y el cruce de todas las líneas rojas, ya sean diplomáticas, políticas, consuetudinarias o morales.
La diplomacia marroquí, en particular, aprendió del ocupante israelí que el fin justifica los medios, incluso si estos medios son aborrecibles.
